En poco menos de dos semanas los dos principales candidatos a la presidencia de EE.UU. ya han sido designados por sus respectivos partidos. Tanto Mit Rommey como Barak Obama han celebrado sus convenciones en las que han aceptado el encargo de ser los próximos líderes mundiales. Se trata de una noticia importantísima que sin embargo en España ha ocupado menos portadas de las que tradicionalmente ocupaban en el pasado. Parece el Pleistoceno, aquellos días en los que Obama y sus seguidores cantaban el "Yes we can" y el mundo miraba asombrado e ilusionado por el cambio. Hoy EE.UU. nos importa mucho menos que Alemania, y Merkel manda más que Obama.
Los americanos nos han sacado las castañas del fuego a los europeos cada vez que las cosas se han puesto feas de verdad, pero lo cierto es que en realidad a quienes se las han sacado es a los franceses y a los ingleses. A los españoles no, deben pensar que a nosotros las castañas nos gustan quemaditas. Los americanos no vendrán a rescatarnos del desastre hasta que éste no amenace a los vecinos del norte o a los hijos de la Gran Bretaña, mientras, los PIGS estamos en manos de los alemanes.
Pero la culpa de que el presidente americano no interese no es sólo culpa de la crisis. Obama despertó una ola de simpatía mundial con pocos precedentes. Eran tiempos en los que llenaba plazas en Berlín; momentos en los que era aclamado como una estrella de rock; distinguido con el Nobel de la Paz "por adelantado", esperando que luego se hiciera acreedor del mismo. Y claro, cuando las expectativas son tan altas es muy complicado cumplirlas.
Y es que si juntas que las cosas en España se han puesto "chungas" y quien tiene nuestra sartén por el mango son los que fabrican € y no $; si a eso le añades que Obama no se pasa por nuestro país ni recibe a nuestros presidentes; y si encima ya no hay guerras contra las que gritar, pues nuestra indiferencia es cada vez mayor.
Quizás un día, si los alemanes siguen apretando, los americanos tengan que venir al rescate del rescate, y entonces volvamos a mirarlos como los salvadores de la vieja Europa, y volvamos a querer comer hamburguesas y a aprender inglés en vez de tener que comer salchichas para desayunar.
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