viernes, 31 de octubre de 2014

El Coche de Pablo

Hoy es Halloween, así que toca relato.
Cuelgo una de las últimas historias que incluimos en nuestro espectáculo de Spoken Word, Por Partes. Espero que os disguste:


No quería ir
Me llamaron mil veces y dije que no quería ir.
Prefería quedarme en casa, jugando a la play, leyendo un libro, viendo una peli, una serie…
Durmiendo.
El plan no tenía mala pinta pero ir con Pablo y su novia a aquella fiesta no me parecía interesante.
Estuve holgazaneando toda la tarde.
Soy un vago y me cuesta moverme.
Así que me fastidió tener que levantarme de mi sofá favorito cuando sonó la puerta.

Un Pablo histérico y lleno de magulladuras entró por la puerta de mi casa.
 

-        ¿Qué ha pasado? Le pregunté a mi amigo.
 
Pablo no podía ni hablar.
Andaba de un lado para otro de la casa.
Para tranquilizarle le di una camiseta nueva y le curé las heridas más superficiales.

Le preparé una tila, lo senté en sofá más cómodo de la casa, pero no dejaba de llorar.
 
Al fin, con la tila terminada me contó que había atropellado a dos personas con su coche en la carretera camino de casa de su novia.
 
-        No había nadie. Esa carreterucha solitaria llena de curvas es un horror. – Me dijo.- Me los encontré de pronto y no pude hacer nada por evitarlos. Creo que también rocé un árbol dando un volantazo.
-        Te ha visto alguien? Le pregunté.
-        No. No había nadie.
 
Intenté mantener la calma.
Le dije que tendría que entregarse pero Pablo se negó.

- ¡Arruinará mi vida!
 
Salimos a la calle a ver el estado del coche.

Estaba completamente destruido.

Era una suerte que le hubiera permitido llegar hasta allí.

Pablo seguía intranquilo, pidiéndome ayuda.

A mí. Que soy un vago.

Que no me quiero mover.
 
Y pasaron más minutos

Y seguimos pensando qué hacer
Sin haber tomado una decisión sonó el teléfono de casa.
Era la novia de Pablo contándome que tenía que hablar conmigo.
Mientras, Pablo me decía por señas que no hablara con ella y que le dijera que no sabía donde estaba él.

-        ¿Qué sabes de Pablo? Me dijo
-        Nada. Le respondía muy seco.
-        Voy a tu casa, tenemos que hablar. Dijo ella muy seria.
 
Y fue en ese momento cuando Pablo volvió a desmoronarse.
Me confesó que al venir de camino la había llamado diciendo que algo terrible había ocurrido, pero que no se había atrevido a decirle el qué.
 
Pablo se puso más nervioso aun.

¿Y yo? ¡Yo no sabía qué hacer!
  
Pablo dice que de momento va a huir.

Me pide dinero y ropa.

Le preparo una bolsa con lo primero que cojo del armario y el dinero que tengo en casa.

Se la doy

Me mira.

Me abraza.
-        Lo siento.- Me dice.- Siento meterte en este lío. Eres mi mejor amigo y siempre lo serás. Recuérdalo siempre.
  
Justo en ese instante el ruido del motor de un coche se hizo más y más intenso hasta que llegó a las puertas de mi casa.

El coche se paró, se abrió y cerró una puerta y sonó mi timbre.

¡Era la novia de Pablo!
 
Pablo vuelve a ponerse nervioso.

No sabemos qué hacer y el timbre vuelve a sonar.

Pablo se esconde y me dice que hable con ella mientras él sale por la puerta de atrás.

Nos volvemos abrazar.

Coge la bolsa con la ropa y el dinero y cierra la puerta del cuarto.
 
-        ¿Con quien hablabas? Me preguntó la novia de Pablo nada más entrar.
-        Con mi madre. Hablaba por el móvil. Le contesté intentando parecer convincente.

En ese instante vi la camiseta de Pablo manchada de sangre arrumbada en el sofá del salón.

Agarré a la novia de mi amigo por el brazo y me la llevé a la cocina.
 
La chica estaba apesadumbrada y no sabía por dónde comenzar.

Y ojalá nunca lo hubiera hecho
 
- Tengo que contarte algo: Pablo me ha llamado hace una hora diciendo que algo grave había ocurrido… Me dice.
Y entonces se echó a llorar amargamente mientras proseguía su relato:
- Pero justo después me ha llamado la policía diciéndome que Pablo ha muerto esta mañana en un accidente de tráfico…
 
 
Mi cara de pánico era tan grande como el dolor que sentía en mi pecho.

Pero esa cara mudó a terror cuando fui al salón y comprobé que la camiseta de Pablo seguía allí.

Ensangrentada.

Quizás aun caliente del contacto con mi amigo
 
No sé cómo lo hice pero no le conté nada a la novia de Pablo, que seguía sin comprender.
 
Salimos de la casa y no había rastro del coche semidestruido de Pablo que había visto hacía un rato.
 
Fuimos al lugar del accidente.

Al llegar la policía parecía llevar allí mucho tiempo.

El coche de Pablo estaba empotrado en el árbol, al final de las marcas de un frenazo imposible.

Tal cual estaba antes.

Tal y como yo lo había visto.

Dos personas yacían en la cuneta, aplastadas por el impacto del vehículo.

Y dentro del coche…

Dentro del coche estaba Pablo.

Muerto.

Con mi camiseta limpia puesta.

Y en el maletero, una bolsa con mi ropa y el escaso dinero que había podido darle a prisa antes de que entrar su novia a mi casa.

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